El cuadro del señor llorando

Por: Dominik Palomeque

Aquel día estaba deprimido, sin ganas de querer hacer algo relevante o algo que me ayude a sellar mi alma, sin mas decidí salir en mi auto. Al paso de unas horas, se acabó el combustible, bajé del auto y empecé a caminar por un parque cercano, me apetecía encender un cigarro pero mis fósforos no estaban. Al no saber que hacer, visualicé a un tipo entre la neblina, me acerqué a él y le pregunte si tenía fuego, el respondió: "claro que si, de hecho a usted mismo se le cayó" yo sin entender como pudo ser posible esto, me di la vuelta y encendí el cigarro, al volver a mirar a tras para darle las gracias, me quedé atónito y le dije al tipo, "señor, no me va a creer, pero hay una persona idéntica a usted detrás de usted" el señor, sin ninguna expresión en su rostro, respondió que este representa uno de sus más grandes vicios, el alcoholismo, al escuchar eso me vi reflejado en él de alguna manera, e intenté ayudarlo para de alguna forma ayudarme a mi mismo, sin otro objetivo, pasé las siguientes semanas en su domicilio, dándole de comer, aseándolo y desintoxicándolo, de esta manera, al creer que mi objetivo fue concluido, hasta un empleo le he conseguido, mi alma regresó a mi, puesto que sentía que arreglé una vida, sentía que reparé mi vida, volví a mi hogar luego de mucho tiempo, no había cambiado nada, y el dolor que me hizo escapar de ese lugar ya no estaba, retomé mi vida desde donde la dejé. Al pasar aproximadamente un año, opté por ir a visitar a aquel tipo que me ayudó a cambiar mi vida, al estar en el camino, no podía dejar de pensar en como habrá prosperado, acaso tendrá una familia, será millonario, la imaginación de mis expectativas era enorme. Al llegar a su ciudad de residencia, fui directo a su trabajo, en el cual me supieron informar que el ya no trabajaba ahí, desde hace un largo tiempo, me extrañaba mucho esa noticia sin embargo salí y fui directo a su casa con la esperanza de encontrarlo, al llegar la casa estaba en un estado muy deteriorado, sin antes intentar entrar, un vecino del tipo me había preguntado si yo soy el amigo de aquel sujeto que vivía aquí, yo le respondí que si, me tomó la mano y me entrego una carta que había dejado para mi, luego de leerla, volví a aquel parque en el cual lo vi por primera vez, con el mismo sentimiento de entonces, encendí un cigarro y al paso de unos minutos, se me acercó un joven, preguntándome si de casualidad tenía fuego.

Dominik Palomeque, Correo: romeltoon@gmail.com, Teléfono: 0978791223